Es en
el momento en el que te das cuenta de un error que cometiste hace mucho tiempo,
cuando tus ojos se llenan de lágrimas al recordar todo lo que ocurrió y el
trato horrible que diste a los demás sin ni siquiera recordar la razón de tu
comportamiento, cuando más intentas enmendar tu error.
Pero es
cierto que el tiempo todo lo cura, y así fue. Ha curado los recuerdos eliminándolos de
tal manera que los sentimientos del pasado no son más que una sombra sin ningún
peso en las decisiones que aún quedan por tomar. Pero yo sigo inmune al tiempo,
inmune a su efecto y a borrar nada.
Hay
torres que se construyen fuertes, preparadas para soportar cualquier ataque, la
sacudida del viento e incluso el paso del enemigo. A lo mejor esta es una de
ellas. Algo creado más allá de mi misma, cimentado más fuerte que cualquier
otra cosa en mi vida, en alguien que nos trasciende y a la vez sujeta y protege
nuestra torre. Preparada a para el paso de los años, del reloj que sigue
corriendo; al margen de los errores que podamos haber cometido, más allá de lo
que ocurre alrededor y lista para alcanzar nuestra felicidad.
O quizás
esto no es más que una muestra de cómo creemos lo que queremos creer, la imaginación
apresa la mente en cualquier momento y crea un mundo idealizado en el que es
mucho más fácil alcanzar los sueños frustrados por la realidad que tantas veces
nos traiciona.
Y lo que venga a continuación...
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