Al parecer
no fue tan buena idea. La impotencia sentida queda, grabada a fuego. El no
poder hacer ni decir nada más, cambiar la realidad que se siente para poder
volver a la normalidad… normalidad que hace mucho tiempo dejó de existir para
mí.
Y una
vez más es un muro el que se cierne sobre las esperanzas, ahora frustradas, de
poder llegar a alcanzar la que podría llamarse “causa perseguida” o “causa
perdida” por la que he luchado.
El corazón
no siente y la mente no tiene poder para gobernarle. Quienes olvidan con mucha
facilidad y quienes no pueden olvidar, quienes van totalmente al contrario uno
del otro, quienes no tienen fuerza para irse y los que tampoco quieren hacerlo.
Quienes no pueden sino sentir vacío y nada en su interior y quienes sienten
demasiado. Tú y yo. Siempre al contrario y así una vez más. No son más que
sentimientos. Sentimientos en el momento erróneo y hacia algo que aunque duela
es imposible.
Noche sin
dormir que quita las fuerzas, música para el alma y oraciones. Ayuda. Ayuda…
allí donde nuestros dominios de las pasiones acaban… donde no podemos elegir
qué sentir o ni siquiera si hacerlo o no. Rezar una vez más por tener ayuda porque
una vez más la necesitamos.
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